Como consecuencia del proceso de industrialización chileno, apareció una nueva clase social en Chile, que no se veía favorecida por el modelo económico, y con numerosos problemas sociales. Los gobiernos de centro no fueron capaces de resolver estos problemas, pero permitían una estabilidad política. Para no tener que recurrir al marxismo en busca de soluciones, el centro dejó de hacer de mediador entre derecha e izquierda, proponiendo un camino propio: La Revolución en libertad. De esta forma, el sistema político se volvió rígido, y se terminó la posibilidad de diálogo entre las diferentes posiciones políticas. Hacia 1970 no existía posibilidad de acuerdo y la sociedad estaba polarizada. El Gobierno de Allende recibió los conflictos acumulados a lo largo de los años, y cometió errores políticos y económicos que acrecentaron la sensación de malestar y miedo.
La derecha comenzó a pedir a gritos una intervención militar para acabar con el Gobierno. Corría el rumor de que se organizaría un plebiscito para decidir si el gobierno de Allende debía acabar antes de lo esperado. Es claro que entre las presiones de la centro-derecha y las continuas demandas de los trabajadores, la inflación y la crisis económica, el Gobierno de la Unidad Popular no podría durar mucho más tiempo. Sin embargo, en lugar de presionar para que el plebiscito tuviera lugar, y dejar así que el mismo pueblo pidiera el fin del Gobierno de forma democrática, la derecha comenzó a utilizar la fuerza, la violencia y el miedo.
Es así como tuvo lugar, primero el Tanquetazo, y luego el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. Los militares quedaron en el poder, terminando con la democracia, e instaurando un gobierno violento, represivo y antidemocrático. Si bien las medidas tomadas al momento del Golpe se flexibilizaron a lo largo de los años, se trata de una dictadura que duró 17 años. Ya no se trataba del pronunciamiento militar para cambiar el Gobierno que pedían ciertos sectores de la población.
Quizás, si en lugar de haber utilizado la fuerza, se hubiese dado una oportunidad a la democracia, y es que el Gobierno de la UP no se veía en posición de manipular las elecciones debido a sus altos, y conocidos, niveles de desaprobación, se pudiese haber logrado un cambio sin tener que recurrir a la violencia, al miedo, al autoritarismo y a la imposición de doctrinas, evitando así un período traumático y oscuro de la historia de nuestro país.
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